El viernes 18 de noviembre se celebró en la Junta Municipal de Retiro una charla organizada por la Fundación, con la colaboración del grupo municipal socialista de la Junta de Retiro y de la Liga Española pro Derechos Humanos.
La charla despertó un gran interés, y unas 70 personas llenaron las butacas de la sala. Sus expectativas no quedaron defraudadas, puesto que intervinieron las cuatro personas que aparecían en el cartel cada una con la perspectiva de su ámbito. La profesional, Mariola, como psicóloga explicó el alcance de los trastornos TEA; Mariluz Gutiérrez Araús, como madre, habló de las incertidumbres, miedos, y desesperanzas de los padres cuando no se sabe qué le pasa al hijo o qué va a ser de su futuro, y como catedrática de universidad de lengua comentó las peculiaridades del lenguaje de los chicos con TEA. Como madre de un adulto de 43 años, explicó la problemática sociolaboral, y personal de la edad adulta y destacó la necesidad de articular instituciones de apoyo como la Fundación Ángel Rivière (FAR) que den el soporte que las familias algún día no podrán prestar. Fue muy emotiva su intervención.
También fue muy emocionante la intervención de Miguel Aulló, adulto con TEA, psicólogo de la FAR, que día a día supera sus dificultades ayudando con su experiencia y con su profesionalidad a otros adultos de la FAR.
O la intervención de Ignacio Pantoja. Biólogo y master en neurociencia, actualmente cursando la carrera de Farmacia. Hizo un pequeño apunte neurobiológico sobre el Síndrome de Asperger.
Puso de relieve las dificultades para vivir como viven sus hermanos y sus compañeros. Las dificultades para encontrar trabajo al necesitar una imprescindible adaptación, lo que en el mundo actual está reñido con la productividad inmediata. Trató asimismo sobre la idea de que las personas con TEA, adultos o niños, no piden nada que no les corresponda. Ni caridad ni preferencias. Sí el reconocimiento de sus derechos como ciudadanos de una sociedad democrática y social; el derecho a la igualdad dentro de su diversidad. Todo esto es difícil en esta sociedad con criterios tan competitivos.
Todos comentaron que se trata de una discapacidad muy invisible, pues el hecho de que afectados de TEA tengan estudios universitarios, o la creencia de que se trata de personas superdotadas, crea un estereotipo muy dañino, ya que en su mayoría son personas tan normales y corrientes como las demás, significando la especial invisibilidad de las mujeres con TEA, que son aún mas ignoradas que el resto de la población TEA.
De este modo piden que se reconozca su capacidad para integrarse en la sociedad, lo que conlleva un coste personal superior al de otro ciudadanos. Por eso reclaman reconocimiento de su diversidad y el derecho a los apoyos sociales para su plena integración, especialmente en el mundo del estudio y del trabajo.
Por eso son necesarias entidades que como la FAR trabajan en ese sentido y cuyo proyecto precisa de apoyos que la Administración no ofrece.
Tanto Ignacio como Miguel explicaron que el paso por la escuela y por la Universidad es, a veces, muy duro, debiendo enfrentar la incomprensión de los compañeros, cuando no el maltrato, y a veces, también la incomprensión de profesores y enseñantes. Por eso se necesitan adaptaciones curriculares, no por preferencia sino por justicia e igualdad. Ambos expusieron situaciones dolorosas para sí mismos y para sus familiares.
Por otra parte explicaron que en el trabajo las dificultades se acrecientan. Primero para obtenerlo y después para mantenerlo. En este punto exigen el derecho a la integración laboral y a que la Administración y las empresas privadas respeten los cupos legalmente establecidos para las personas con discapacidad y en atención a su diversidad.
También pusieron de manifiesto la necesidad de recibir apoyos para su independencia y autonomía personal. Los TEA son trastornos en muchos casos invalidantes para vivir en una sociedad tan
competitiva como la actual.
Tanto Miguel como Ignacio reclamaron la unidad y acción conjunta y solidaria de las organizaciones (Asociaciones y Fundaciones) que trabajan por las personas con TEA.
En definitiva, terminaron con el deseo de poder ejercer los derechos de y como cualquier ciudadano, con atención y respeto hacia su diversidad, y pidiendo respeto hacia sus derechos como ciudadanos de una sociedad democrática y social.