Mañana, en «Muestra TE A los demás», el día de puertas abiertas de la Fundación, Ignacio Pantoja expondrá su interés por el «TEActivismo».
Recordad, la cita es mañana a las 17.00 en la sede de la Fundación Ángel Riviere.
MI COMPROMISO CON LA LUCHA TEA
Cuando me preguntan por qué me hice teactivista, lo primero que me viene a la cabeza es que lo hice por mí en primer lugar, yo fui un diagnosticado tardío, no conseguí el diagnóstico hasta ser mayor de edad.
Durante muchísimos años tuve un marco de incomprensión tanto de profesores como de compañeros en los colegios público, privado y concertado al que fui hasta los 20 años.
Allí experimente un maltrato físico y psicológico que hizo de mi vida un infierno, pero no solamente a mí sino a otras personas con discapacidad.
Lo que más me dolió era que me llamaran “no normal”, que dijeran “que era un enfermo” o que dijeran “que tenía un problema de la cabeza” aparte de la dictadura me miedo y la opresión que pase todos esos años, con menos derechos que los demás y en posición de inferioridad a los demás, siendo el blanco de burlas y maltratos tanto yo como otras personas con discapacidad.
También fui maltratado por un médico psiquiatra de un hospital donde me ingresaron, que viéndose con poder sobre mí abuso de su autoridad diciéndome que no iba a ver más a mis padres y que no iba a salir del hospital ni a poder hacer una carrera ni vivir bien nunca, aparte de gritos y otros malos tratos psicológicos.
Es por todo ello por lo que me planteé que alguien debía de luchar por los derechos de las personas con discapacidad psíquica y en concreto por las personas autistas.
Lo primero que pensé es que éramos nosotros mismos los que debíamos luchar por nuestros derechos, establecer contactos, asociarnos y remar en una misma dirección.
Para ello teníamos que concienciar al mundo de que no somos muy diferentes a los neurotípicos, que el autismo no es contagioso, que ni siquiera es una enfermedad, que tenemos sentimientos, empatía y que podemos ser muy buenos amigos e integrarnos socialmente.
Durante estos años de mi vida adulta, en especial en estos últimos trece años de los 20 a los 33 he conocido mucha gente que me ha rechazado por lo que soy, porque “tenía un cerebro muy diferente” o porque “les podía contagiar algo”, todo por parte de personas que superaban la mayoría de edad, de universitarios.
También he conocido a mucha gente que aun no habiéndome agredido verbalmente me ha “ghosteado” o hecho el vacío apartándome de grupos sociales o no invitándome a las quedadas como al resto de compañeros.
Este tipo de cosas me animan cada día que me levanto a luchar por los derechos de las personas TEA, o mejor dicho CEA, pues no somos unos trastornados y a no cesar en mi empeño hasta lograr una igualdad real entre nosotros y los neurotípicos. Este tipo de cosas ocasionan que luego, pese a tener carrera y máster, no quieran darnos empleo, por discriminación y prejuicios.
Ser parte de un colectivo que queda invisibilizado por no conocer su naturaleza es muy frustrante, por eso la visibilización, el hecho de dar charlas o hacer actos y hablar sobre ello conduce a la normalización de nuestra identidad y que no pase como durante todos estos siglos.
El poder tener un diagnóstico y reconocida una condición humana y una identidad personal dentro del espectro nos da la posibilidad de poder explicarnos, más aún si lo hacemos nosotros mismos.
El ser teactivista da la oportunidad de mediante la palabra abrir las puertas a mucha gente, de unir puentes entre personas CEA y personas neurotípicas y juntar posturas y compartir puntos en común, cosa que antes no era posible. Y de entendernos los unos a los otros sin que haya miedo, suspicacia o discriminación.
La visibilización y la concienciación llevan a hacer normal algo que antes no podía comprenderse y generaba malestar y rechazo por la mayor parte de la población. Y que nos hace la vida muy difícil, en algunos casos, imposible.
El poder defender esta causa es la llave a un mundo donde podamos estar incluidos y ser iguales a los neurotípicos manteniendo nuestra diversidad. Con los mismos derechos y oportunidades reales y no tener que estar abocados a la soledad o a la exclusión.
Por ello, si al final de mi vida, un niño, un adolescente o un adulto CEA puede acudir a un colegio, a un instituto, a la universidad, al trabajo o a cualquier lugar social con naturalidad me daré por satisfecho y con mi misión cumplida con la sociedad.
Dialogar y escuchar es una parte muy importante del contrato social en la vida y saber explicar a los neurotípicos, pero a la vez saber escucharles lo que nos tienen que decir, son los pasos necesarios para la inclusión y la normalización de las personas en el espectro.Autor: Ignacio Pantoja (persona con TEA)